24-05-10

TALLERES EXPERIMENTALES (Magia musical)





“Un intercambio de conocimientos mediante una forma más vivencial y menos teórica, donde gracias a la libertad o “soltura de contenidos” que promueve y estimula la práctica (acierto/error) se puedan atravesar las barreras de las distintas disciplinas artístico-espirituales. Es una invitación a encontrar nuevos canales de percepción-inspiración”



Estos cuerpos van quedando inmóviles,

Estáticos----“artistas” “intelectuales” SOBREEXPLOTANDO

Estilos y formas

Manoseando glorias pasadas,

La remembranza de otro tiempo, de “otra música”



Comenzar por reconocerse


Constantemente la identidad de los pueblos va renovándose, por decirlo de alguna manera, está en constante transformación, no obstante, pareciera que en Latinoamérica no hay ni siquiera aún una constitución clara de lo que se “es”. Esto puede ser porque somos un continente joven al cual han manipulado (quizá sea demasiado sutil este término) fuerzas externas, haciendo muy difícil la verdadera comprensión de nuestro proceso como sociedad. Ya han patentado distintas personas en Latinoamérica esta inconformidad (Simón Bolívar, Che Guevara, Violeta Parra, Atahualpa Yupanqui, etc.) y esta lucha por tener un proceso justo, un tiempo para poder reconocernos como lo que somos: una extraña mezcla entre indígenas, occidentales y en algunos casos africanos: “Porque soy mestizo” diría Spinetta. Todos estos tópicos transitan en las venas de nuestra gente pero al parecer hoy tampoco hay tiempo para vivir esta deuda que tenemos los latinoamericanos con nuestra existencia.

Pareciera ser el triunfo del capitalismo y el asentamiento definitivo en esta “nueva era” donde el hombre cada vez es menos sensible, donde las pasiones se viven a distancia (en una computadora o en la tv.), donde los afectos no sirven, donde sólo somos reconocidos en la medida que producimos y que logramos un status. En este tiempo no sirven las búsquedas, las renovaciones, el arte duerme. La historia se mira por la ventana de la cocina que da hacia la calle, como en un telescopio, así por ejemplo, leemos “Las Venas abiertas de América Latina” de Eduardo Galeano (libro que habla de la historia de nuestro continente) a distancia: ¿Qué tengo que ver con la matanza de indios? Pues, podemos decir en contra de esta percepción tan generalizada que por nuestras venas corre sangre indígena y que nuestra genética tiene grandes componentes de esta raza, dato no menor pensando que la genética abraza nuestro físico y nuestra psiquis, en otras palabras aquel mundo indígena sobrevive en nosotros, pero sin duda está dormido, culpa del sistema y también nuestra, seguramente.

La evasión del presente ¿Quien vive mi vida?

Hablar del presente no es simplemente hablar del “ahora” si no es saber que ese “ahora” se constituye, se arma en base a un “ayer”, a una historia que nos acontece. Si evadimos aquel pasado terminamos evadiendo nuestro presente. Así la vida, las alegrías, las tristezas van siendo postergadas, se esconden los sentimientos reales y profundos viviendo presos de una entretención-distracción por no poder “habitarse”.


Experimento un “no estar aquí”
Quisiera no hacer nada y quedarme con mi mente
Pero mi pensamiento corre cuanto puede
Hacia un estímulo rápido, una alegría instantánea
Como esas sopas o fideos para preparar
Nada me fascina ni me extasía
No llego al fondo de las cosas
Vivo un efecto vitrina (un “gusto”, una “risa”, un “abrazo”… comida rápida)

No hay acto real ni singularidad en mí,
Me voy camuflando entre las gentes, entre “los amigos”
Estoy marionetizado (compro, veo películas, hablo por celular,
uso Internet… igual a toda mi generación)


“La tristeza del chileno”


Una de las importancias de observar la historia es que nos ayuda a contextualizar las cosas, poder ver con otros ojos (que sería poseer la mirada de otro tiempo). Esto lo podemos aplicar también a las relaciones humanas, por ejemplo si lográramos comprender la vida de nuestros padres, abuelos, podríamos entender su comportamiento, sus temores, sus trancas y comprender de donde venimos, quien nos ha educado y que “cargamos”

¿Qué hombre recorre nuestra sangre? ¿Será tocar cueca o decir payas lo que nos hace más chilenos? ¿Será acaso hacer un covers y otro más de Violeta o Víctor? ¿Será esto lo que ellos habrían de querer de otro artista? Yo creo que la tarea es seguir creando, que es encarar el presente con nuestra imaginación tratando de no renegar de nuestras influencias ni occidentales ni menos indígenas.

Tenemos una rara mezcla: por nosotros corre sangre indígena y andaluz, se vive cierta contradicción de la seriedad e introspección del primero con el jolgorio y la exaltación (hombre de fiestas) del segundo. Un claro ejemplo es nuestro humor negro, noten ustedes como el andaluz se burla del dolor del indio, impidiendo que este realice una meditación profunda de algún aquejo sufrido.
(Todo esto sale en un libro de dos tomos llamado “La tristeza del chileno” ¿porqué seremos país de poetas?)



Pobre imaginación
¿Hora de que la “brujería” remueva la mente?

Esta “brujería” es simplemente una experiencia que nos invite a salirnos del ojo del sistema. Un chamanismo que nos abra portales; que nos saque del plástico y nos lleve de nuevo a la tierra, a un mundo interno más infinito: Bowie, Lennon, Harrison, Charly, Violeta, Hendrix, entre otros (para que hablar de pintores, poetas y actores) han sabido leer aquello, intuir que la vida transita también entre otros códigos, con otros lenguajes y no sólo en el mundo pragmático y homogéneo que nos muestra la pobre vida actual. Esta es una búsqueda intensa que requiere de entrega, de imaginación, de llantos y risas. Cada hombre con sus tics, nervios y fobias (combatiendo, combatiéndose) El precio para “ver” el cual, hoy por hoy, pareciera muy pocos artistas quisieran pagar.


El “deber” artístico

¿Un artista es quien llama la atención? ¿Quién hace sentir a otro una sensación “x”? ¿Será esto un artista?

Hay una sola cosa que se le exige al arte, en el resto tiene libre albedrío y nula censura más que la propia “moral” del artista, esa cosa es que muestre, que devele, que sea vanguardia constantemente, que nos interrogue e incomode.

Se llama artista a demasiada gente: un animador, un actor de la televisión, un payaso, un trapecista, un cantante… y bien todos lo podrían ser en la medida que lo que hagan es “arte”, pero no es así.


Me gusta este tipo de letra porque se abre, se reparte. Me refiero a la tipografía, obviamente. Es la sentencia constante y mi lado más incoloro, “concertacionista” y moral.

No hay comentarios.: