Querido barrio

Nunca deberíamos de haber salido del pasaje, de la callecita sencilla y pequeña, de los olores diarios y repetidos, de la pelotita de plástico, del juego de bolitas en primavera, de los primeros amigos, de aquella primera ventana que anunciaba un mismo sol, una misma lluvia. Y los vecinos que pasaban al otro lado y sentíamos amar mientras el aroma de las legumbres se cocía en el vidrio y en nuestros corazones anunciando la primera comida junto a la inocencia de los hermanos.

Y el árbol: Único dueño y testigo de las sensualidades en nuestros cuerpos infantiles.

¡Querido barrio! Me he de ir lejos para un día volver a tu morada. He decidido cantar y correr para besarte y empapar de mí tu imagen, esperanzas, vicios, tu universo ¡querido barrio! Y parecerme un poco, sólo un poco, a ese paisaje cotidiano que ha sido la única monotonía que me ha hecho feliz. Pero crecí ¿Qué le voy a hacer? Y por eso huí de ti lo más lejos que pude. Me hice ciego a todos tus encantos. Cuando pisé, luego, otras calles que aprendieron a quererme huí de nuevo, llorando y dejando atrás tu “manifestación”

Especie de canto-síntesis a los lugares, a la gente y a las cosas amadas: Resbalón (islas azores entre chilonga y huelen), Cerro Navia. Ovalle y su sol santo…a los amigos…a Buenos Aires y ese amor. Nos veremos otra vez.